La adicción a los videojuegos entre niños y adolescentes podría llevar al desarrollo de trastornos psicológicos como la depresión, afirman investigadores.
El nuevo estudio encontró que los niños que son más propensos a volverse adictos a los videojuegos (lo que los investigadores llaman jugar videojuegos "patológicamente") son los que pasan mucho tiempo jugándolos, tienen problemas para encajar con otros niños y son más impulsivos que los niños no adictos. En cuanto se vuelven adictos a los videojuegos, los niños son más propensos a deprimirse, a sufrir ansiedad u otras fobias sociales. No sorprende, entonces, que los niños adictos a los videojuegos experimentaron un descenso en su rendimiento escolar.
"A partir de otros estudios sabíamos que la adicción a los videojuegos se parece a otras adicciones. Pero lo que no estaba claro es qué sucedía luego. Los juegos podrían ser un problema secundario. Tal vez los niños que son socialmente torpes, a quienes no les va bien en la escuela, se deprimen y entonces se refugian en los videojuegos. En realidad no sabíamos si los juegos eran importantes en sí, o qué ponía a los niños en riesgo de adicción", apuntó Douglas A. Gentile, profesor asociado de psicología de la Universidad Estatal de Utah en Ames.
El estudio no sólo reveló los factores de riesgo del juego patológico, "la sorpresa real vino de observar los resultados, porque habíamos supuesto que la depresión podía ser el problema real", explicó Gentile. "Pero encontramos que en los niños que comenzaban a jugar patológicamente, la depresión y la ansiedad empeoraban. Y cuando dejaban de jugar, la depresión se iba. Tal vez estos trastornos [coexistan], pero los juegos parecen empeorar el problema".
Los resultados del estudio aparecen en línea y se publicarán en la edición de febrero de la revista Pediatrics. El estudio incluyó a 3,034 niños y adolescentes de Singapur. 743 estaban en tercer curso, 711 en cuarto, 916 en séptimo y 664 en octavo. Los niños provenían de seis escuelas primarias y seis secundarias. A cinco de las escuelas participantes sólo asistían chicos. Casi 2,200 de los participantes del estudio eran de sexo masculino.
Los niños, aunque no sus padres ni profesores, fueron encuestados anualmente de 2007 a 2009. El 83% de los voluntarios del estudio reportaron jugar videojuegos a veces, y otro diez por ciento dijo que habían jugado videojuegos antes. El tiempo promedio que pasaban jugando videojuegos era de 20.5 a 22.5 horas por semana.
Pero Gentile señaló que "jugar muchos videojuegos no es lo mismo que ser adicto. Algunos niños pueden jugar mucho sin que tenga un efecto sobre sus vidas. Podría ser adicción cuando se observan otras áreas de la vida del niño en que sufre. Los padres podrían notar que un niño no tiene los mismos amigos ya, o que juega videojuegos en su habitación todo el tiempo. O tal vez el rendimiento escolar sufra", comentó.
En el estudio, alrededor de nueve por ciento de los niños encuestados calificaban como jugadores patológicos de videojuegos, y Gentile señaló que esa cifra es bastante coherente con el índice de juego patológico de la población de EE. UU. Jugar videojuegos más de treinta horas por semana, la falta de competencia social, empatía inferior al promedio y una mayor impulsividad contribuían a la adicción, encontraron los investigadores. Gentile apuntó que los investigadores no están seguros de cómo los juegos contribuyen a la depresión, la ansiedad y otras fobias sociales, pero en este estudio "jugar precede a la depresión. No sabemos si en realidad es causal, pero jugar tiene un efecto propio, y no se puede simplemente ignorar el juego y tratar la depresión", apuntó.
Aunque jugar videojuegos patológicamente parece compartir varias características con otras conductas de adicción, como las apuestas patológicas, los investigadores señalaron que las "apuestas patológicas" aún no se han establecido como trastorno psicológico. "Participar mucho en videojuegos puede hacerse adictivo, y los padres deben ser cautos sobre cuántas horas juegan los niños", aconsejó el Dr. Richard Gallagher, director del Instituto de la Crianza del Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Nueva York, en esa ciudad. "En este estudio, parece que los niños que jugaban menos de 19 horas por semana no lo hacían de forma patológica, así que no más de dos horas al día", sugirió.
Pero Gallagher también enfatizó que el tiempo que pasan jugando es menos importante que el efecto de los juegos sobre el niño. "Si los juegos los atraen tanto que no participan en otras cosas, o hablan sobre los juegos y nada más, tal vez haya un problema", comentó. Tanto Gallagher como Gentile dijeron que el hallazgo de que los videojuegos pueden conducir a un peor rendimiento escolar probablemente se deba al tiempo que consumen. "Jugar se toma un tiempo que podría pasarse en actividades con un beneficio educativo", dijo Gentile.
Gentile también recomienda no más de dos horas de "tiempo de pantalla" al día, lo que concuerda con las directrices de la Academia Estadounidense de Pediatría. Y el tiempo frente a pantalla incluye la televisión, la computadora, los videojuegos e incluso los últimos reproductores de música y teléfonos electrónicos que tienen funciones parecidas a las computadoras.
Fuente: Healthday
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