Un estudio reciente sugiere que las madres jóvenes tienden a ser más pesadas que otras como ellas que no tienen hijos. Además, consumen más grasa saturada, bebidas azucaradas y calorías totales. Al examinar los datos del proyecto EAT (Alimentos y actividad en adolescentes y adultos jóvenes, Eating and Activity in Teens and Young Adults), los investigadores de la Universidad de Minnesota se concentraron en la relación entre la situación de paternidad, la ingesta de alimentos en la dieta, la actividad física y el índice de masa corporal (IMC) de 838 mujeres y 682 hombres con una media de edad de 25 años.
Aunque los padres no eran más pesados que otros como ellos que no tenían hijos, las madres presentaban un IMC significativamente superior. Además, tanto las madres como los padres hacían ejercicio con menos frecuencia. Sin embargo, el estudio halló que, a pesar de la mayor ingesta de grasa, azúcar y calorías, las madres jóvenes también consumían tanta fruta, lácteos, granos integrales y calcio como las que no eran madres. Jerica Berge, autora del estudio, aseguró que las madres podrían estar asumiendo más tareas de cuidado de los hijos que los padres, lo que lleva a la disparidad en el peso. Los efectos resultantes del embarazo también podrían tener que ver, dijo.
"Quizá las madres estén adquiriendo más responsabilidades, como cocinar la comida de los hijos, con elecciones ricas en grasa", señaló Berge, profesora asistente de medicina familiar y salud comunitaria. "La paternidad conlleva exigencias y concesiones contradictorias. [También] podría ser que están demasiado cansadas al final del día y no quieran ir al gimnasio".
El proyecto EAT, un estudio longitudinal de población, siguió a los jóvenes participantes a través de tres edades específicas entre 1998 y 2009, a medida que pasaban a la adultez joven. Los participantes que fueron padres entre el segundo y tercer seguimiento y tenían un hijo de cinco años o menor conformaron el grupo de padres del estudio. La estatura y el peso fueron autorreferidos, mientras que se uso un cuestionario de frecuencia alimenticia para evaluar la ingesta típica de alimentos como frutas, verduras de hojas verdes y naranjas, lácteos, y bebidas endulzadas con azúcar durante el año anterior.
También se preguntó a los adultos jóvenes cuántas horas de una semana usual pasaban realizando actividades como trotar, patinar, montar en bicicleta, esquiar, bailar o jugar bolos. El hecho de que las madres jóvenes también consumían una cantidad similar de alimentos saludables podría sugerir que están tratando de ser buenos modelos para sus hijos, aseguró Berge, aunque su uso de alimentos más ricos en grasa podría surgir que tienen menos tiempo para cocinar.
"Si me parece que el estudio resalta algunos puntos importantes de la lucha de los padres jóvenes por equilibrar la vida laboral y familiar, y por encontrar tiempo para planear la actividad física", señaló Jen Brennan, gerente de nutrición clínica del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York. "Es muy fácil comerse algo poco saludable". Los profesionales de la atención de la salud tienen muchas oportunidades para intervenir en esta dinámica, según Berge y Brennan, porque los niños pequeños acuden usualmente al pediatra varias veces al año. Las campañas de salud pública también pueden estimular estilos de vida saludables entre los padres para sentar las bases para sus hijos, dijeron. "Ya han tenido tiempo para hablar sobre la ingesta de alimentos en la dieta y la actividad física. Podría haber una oportunidad para preguntarse cómo funciona esto desde el punto de vida familiar", anotó Berge.
"Obviamente, necesitamos más investigaciones antes de irnos a cambiar todo", agregó. "La idea no es hacer que los padres se sientan culpables, es más para preguntarnos cómo apoyarlos".
Fuente: Pediatrics 2011
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